Sueño con palabras (Alma Martin) Este blog está dedicado a las palabras y lo que desencadena el unirlas unas y otras. Todos los escritos han nacido de mi imaginación y están protegidos con derechos de autor. Copyright “©”
sábado, 5 de marzo de 2016
La Sombra del Espantapájaros.
Binche existe que en Carnaval.
Las tiendas por donde pasaba el cortejo estaban adornaban especialmente para tan señalada ocasión; sus vitrinas hacían alarde orgullosas de viejas fotografías de antiguos carnavales ya míticos en la memoria histórica de la ciudad. La estampa más utilizada era una del rey Leopoldo II saludando al cortejo de “Guilles”.
El público que se tenía detrás de las barreras observaba curioso el desfile que avanzaba en procesión con una seriedad inapropiada para una fiesta tan pagana. Muchos espectadores se habían disfrazado, la mayoría imitando harapientamente a los afamados anfitriones. Natalia y Hugo iban a casarse el diecinueve de mayo y venían de Lille especialmente para ver el famoso Carnaval.
Natalia se había dibujado en el tren un hada que levemente iba desapareciendo de sus mejillas, evaporándose con descaro como solía hacer aquella famosa “campanilla”. Hugo lucia un bigote de carboncillo que le daba un aire de un pirata desterrado sin piedad en esta Tierra valona ya olvidada . Todo se suponía lógico. Todo representaba el papel apropiado de aquella concreta circunstancia de la vida. Pero algo rompía aquella aparente normalidad. Desde hacía más de una hora, oculta en el gentío una mirada negra les observaba.
Los ojos de los “Guilles” se desorbitaban mientras la adrenalina irrumpía el ambiente. El publico frenético en avalancha se restregaba nervioso sobre ellos, que dislocados lanzaban violentamente naranjas a los espectadores cada vez más trastornados. Natalia se ahogaba en aquella estampida sudorosa que la apretaba corrompida. Hugo con un sentimiento de ineptitud intentaba protegerla, al mismo tiempo que observaba impotente como el bulto viviente la tragaba. En un instante que le resultó infinito vio la sombra de un espantapájaros alzarla y desaparecer velozmente como una mácula lunar sibilina por una callejuela surgida de manera misteriosa. Hugo perplejo veía a Natalia alejarse en los brazos de aquella sombra y perderse para siempre en aquella perspectiva reducida. Pidió auxilio, desarmado, mientras el populacho lo arrojaba en rumbo opuesto y lo miraba divertido.
A la siete de la mañana en la Comisaria, Hugo esperaba todavía noticias de Natalia . El teléfono del Sargento Schmitt sonó tres veces. Habían encontrado una mujer destripada cruelmente en una calle angosta de la ciudad. El cuerpo yacía colocado detrás de una tinaja que de manera fecunda pero irónica florecía las primeras rosas rojas de una futura próxima primavera. Algunos periódicos ya sacaban la noticia con argumentos y comentarios de algunos habitantes que decían haber visto en el barrio la víspera del carnaval , la sombra fantasmal de un espantapájaros.
Cita: “Los carnavales son propicios para matar.” (Un asesino disfrazado)
viernes, 4 de marzo de 2016
Y yo… Y yo
Recorriendo aquel huerto
disfrazados de niños
y tu abrazo en mi nuca
y tu aliento en mi espalda
y tu "preciosa" ahogado
y tu ojos brillando
y noches de guerrillas
a matar pajaritos
que dormían en las ramas
con candiles y antorchas
con bromitas de amigos
y escondernos allí
en medio de las zarzas
y cavar viejos túneles
para buscar una cama
y decirte te quiero,
y te quiero, y te quiero.
y morir por tus besos
y tocarte tu pelo
hasta enredarlos
y después…
aquel coche que se iba de lejos
con aquel corazón que
dibujé en el maletero
y tus años en Salamanca
y los míos en el pueblo
y tus novias y mis novios
en los bares del centro
y nuestras miradas
que todo sobrevolaba.
y mi huida final
de todos los recuerdos
y la nostalgia que siempre me quedó
por tu cuerpo.
domingo, 20 de diciembre de 2015
Réquiem por un amor imaginario
-Réquiem por un
amor imaginario-
Inventé una
fabula
Un día de
primavera
Anhelé
inmortalizar una ilusión
que extendí,
idealizando Sueños.
Fantaseaba con
situaciones ilusorias
Con Espejismos locos y sin
sentidos
Imaginaba un abrazo que no existia
hueco y para siempre impalpable
Deambulaba
Por una tierra árida y yo
Encontraba
flores.
Me las inventaba
Encontraba besos.
Los imaginaba.
Y tu mano rechazó
la mía
aquella tarde en
un jardín botánico,
cuando las
orquídeas empezaban
incesantes a
brotar
perfumando el
aire,
Con un aroma a
Réquiem...
...A réquiem por
un amor
Imaginario.
domingo, 6 de diciembre de 2015
The cherry-tree also blooms in winter
viernes, 6 de noviembre de 2015
Diario de Viaje de una Araña Autista
Eran las tres de la tarde y treinta segundos. Verano.
Eran las tres de la tarde. Verano. El calor achicharraba, olía a miel.
Un zumbido se acercaba: un enjambre de abejas hacía temblar el aire con sus ondas.
Un cerezo, seco en apariencia, crujía al desprenderse fragmentos de su corteza. Los huesos de sus antiguos frutos yacían deprimidos en la tierra roja, triturada bajo el paso leve de una sombra.
Los linderos mostraban un espectáculo canicular. La hierba, seca y jorobada, se doblegaba senil.
Una sandalia de goma se derretía, cocida por un Helios frenético y opresor.
Solo la hiedra, enredada en la pared destartalada, genéticamente afortunada, atesoraba restos de humedad en sus hojas donde bichejos se afanaban buscando frescura, anhelando el relente de la noche.
Una mujer soberana, tallada en un camafeo de ónice semi-sepultado, titilaba vanidosa, provocando a la Nada, única espectadora de su encanto, que devolvía con displicencia el reflejo lastimoso de una realidad apenas existente.
Una hormiga arisca merodeaba veloz por los surcos microscópicos de la erosión. Aventurera, anacoreta frustrada, se detenía en espasmos, postergando la condición social de su especie.
El aire dejaba de ser transparente. Ondulaba, como materia temporal.
Un cuerpo ilusorio formaba siluetas caprichosas, fantasmagóricas, amorfas, hirviendo mientras bailoteaban sin ritmo.
Se asemejaban a ventanas virtuales, encuadradas en espacios invisibles, orientadas en trechos incomprensibles para el cerebro.
Una cigarra cantó, impregnando la amplitud. Su plétora resonante llenó el tiempo, produciendo náuseas.
El puentecillo de lancha rechinó enfurecido.
Una lagartija ágil hendía la atmósfera. Su color gris insípido pirateaba los huecos y hendiduras de las piedras desatendidas, vestigios anónimos de la vida.
Se incrustaba, ansiosa o mendicante, chupando pervertida, como un vampiro sediento, las venas del aire, oreando el nimio oxígeno que se pudría, aplastado.
Eran las tres de la tarde y treinta segundos. Verano.
Haces bien
sólo agua profunda en la laguna de tus ojos
aquellos tesoros siguen enterrados
en el oscuro lodo.
Ya no iré como náufrago a bucear intrépido
cerca del romano que reina en ellos.
y te diré
Que no te amo.
Que no te amo,
Que no te amo.
y buscaré tus labios, y tocaré tu cuerpo...
Me haces bien.
¿Sabes?
Me haces bien cuando te alejas de mí
porque a ti te hallé dentro de la tierra
contigo me entrelazo en las raíces,
y sólo veo en ti brote, flores
vida.
Pienso que me uni a ti en un principio
en otro tiempo.
Que crecí contigo
En alguna parte hemos sentido lo mismo.
Pero esta simbiosis
se transforma en desconsuelo
por la dificultad de amar que nos acecha
y me haces bien.
Haces bien en irte.
sábado, 24 de octubre de 2015
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