viernes, 25 de marzo de 2016

Único

El camino era arduo, 
incluso los arboles que ofrecían hojas
se volvían tacaños a su paso
no caían hojas para acariciar su cara

Después el sol calentaba  otras sonrisas 
en el recorrido amargo de aquella 
tarde con olor a florecitas escondidas
-algunos las pisaban,  sin percatar su belleza-
las sonrisas caminaban paseando
en una tarde de otoño de un año 
de la vida de todos.

Aquel muchacho  era especial o raro
o simplemente único
con la consecuencia nefasta que provoca en todos 
la ignorancia de lo que no refleja nuestro Yo

Pero las causas  cambian
y nacieron  pájaros rojizos que acechaban su aura 
que llegaba brillando hasta el cielo azul 

Tendieron  sus alas al muchacho 
para que impetuoso volase por encima 
de  aquellos árboles avaros y pudo espolvorearlos 
del oro,  recogido al rozar rayos  quebradizos de sol 

De repente todo se volvió único! maravilloso 


y él tuvo lugar -por fin-en aquel espacio. 

domingo, 6 de marzo de 2016

El hombre de Vitrubio

En el año 1518  Luis Vives humanista y teólogo español  se dirigía a un reunión secreta en una casa situada cerca de la Grand place de Brugges. 
Había recibido una carta   sellada con el Hombre de Vitrubio, esfinge del humanismo y tributo de confianza. Donde se le invitaba a asistir a una reunión clandestina presidida por Erasmus.   
Aquella noche la niebla se esfumaba de los canales como brazos de fantasmas. El ruido estridente de las ratas hambrientas al chapotear en el agua turbia  se transformaba en lamentos.  El frío calaba y en los omoplatos se sentían filamentos estridentes  que procedían de la más fina capa superficial de los  poros... evitar sentir el picotazo pasar por  cada milímetro de piel era una tarea imposible.  La bruma se filtraba  conquistando los pulmones a cada respiro. La capacidad de humedad del hombre desbordada.    Se detuvo un momento, y tomó un trago de enciente. El único remedio natural  que le ayudaba a realizar un suspiro.   
                   -Me volví a perder...nunca aprenderé a orientarme por este laberinto de canales.
Al pasar debajo del puente de Saint- Gudule sintió una fuerza subterránea sujetarlo por  capa. 
                -Monsieur Vives.   Venga por aquí. La reunión acaba de empezar. 
 Se sobresaltó, al mismo tiempo una extraña intuición le invitó a la prudencia. Sabía que la inquisición española  lo perseguía.  Con cautela Preguntó. 
           -¿A qué reunión se refiere? 
          -  Monsieur Vives  usted sabe sobradamente a que reunión me refiero-  Y le mostró  insinuante su  anular donde sobresaltaba un sello en Oro  con la imagen del  El Hombre de Vitrubio  

El joven se dejo deslizar por la trampilla del puente y cayó a una barca que inmediatamente partió del lugar.  Avanzaba  cada vez más veloz. El agua salpicaba y el joven sentía el hedor putrefacto del agua  calarse  en los pelos de  su barba. . El canal se estrechaba cada vez más. La niebla había cubierto todo, su acompañante había desaparecido a escasos milímetros en aquella nebulosa. Un temblor recorrió su cuerpo al  mismo tiempo que una puerta  angosta se abría de  un muro.  La barca se detuvo a su altura. Siguió una sombra envuelta en más negro todavía  que lo invitó a seguirla. De  pronto su  corazón dio un vuelco que le obligo a detenerse  en la entrada de la sala.
 El aquelarre anual de Flandes lo había elegido como iniciador sexual   de  la joven  aprendiza Celeste. 
La racionalidad característica del humanismo se vio destronada aquella noche por el cuerpo blanco, virgen, caliente y embrujado del ocultismo medieval. 

Las vidas secretas... siempre esconden principios que escapan a toda conducta coherente  y las pendientes filosóficas de la historia se desvanecen enfrente de una  evidencia “palpable”. 




(Inspirado en el libro “ El sueño de la Razon” de J. M. Aguilera.)

A muchos árboles se les caen las hojas


“Tu vientre árido como el desierto posee vestigios de pétalos de orquídeas.”




No me dejes llorar. Amortaja mis lágrimas con tus puños. No quiero derramarme como polvo en el camino.




—¿Cuántos años llevamos juntos Arah?

—Ni sé mujer... años, no tiene importancia —se puso el sombrero y se sentó lejos del manzano.

—No te vayas tan lejos. Acércame la limonada. ¿Arah? ¿Me has sido infiel alguna vez?

—No.

—Sabes que te lo hubiese perdonado. ..Te lo hubiese perdonado todo.

—No tienes que perdonarme nada. Sólo te he amado a ti y te seguiré amando.

— ¿Arah?

—Dime amor.

— ¿Seguirán nuestros nombres escrito en aquel corazón que dibujamos en Verona, debajo de la casa de Romeo y Julieta?

—Ya lo comprobaremos. Hace tiempo que tengo ganas de viajar. Verona en abril debe de estar precioso. Seguro que te hará bien un cambio de aire. Le diré a Julia que reserve un viaje para los dos para el mes que viene.

—No creo que podré ir. No estaré recuperada.

— ¡Tonterías! Claro que estarás.

—La quimioterapia me ha envejecido mucho. ¿Recuerdas mi pelo? era la envidia de todas mis amigas. Y mi piel...

—Yo te sigo viendo como a una pimpolla.

—¿Pimpolla? ¿Qué es eso? nunca terminaré de aprender el español.

—Nout, tu español es el mejor...el que más me habla. ¿Una pimpolla? Debería prever más tus insistentes preguntas. Amor, me has pillado, no existe esa palabra en femenino. Me la he inventado. Pero un “pimpollo” es un brote tierno. Quise decir que sigues siendo la mujer más atractiva que he conocido.

—¿Arah? ¿De verdad que me quieres tanto?

—No, no tanto. Todavía me queda mucho más por quererte —recogió el bastón se acercó de nuevo al manzano y le tendió con manos temblorosas la limonada.




Resignación

Los castaños guardan los
reflejos escarlata en sus hojas
y niños lloran en la Tierra.

Escúchame, amigo o enemigo
Seguiré con mis poemas.
(No me queda otra)

Mi pequeñez me impide
 afrontar barbaridades.

Carezco de vigor y fuerza
para secar lagrimas…
…O destruir otoños.

Goya


Se llamaba Goya.
la veía siempre en medio de todo
en la calle andando,
en un  corro hablando
pagando  un café, 

en la plaza bailando

Con su rizos  rubios
con sus uñas rojas
sus zapatos altos
Y todo su  cuerpo  envuelto  en puntillas.

Nunca pude hablarle
me quedaba mudo
tan solo acercarme.

Después fui creciendo
y ella desapareció  en mitad del tiempo.

Ayer la vi de nuevo
con su pelo largo
oliendo a una crema
que recuerdo de antaño.
Charlaba de espaldas
me acerqué a su lado
queriendo tocarla.

Y  he llamado al viento para acariciarla.


sábado, 5 de marzo de 2016

La Sombra del Espantapájaros.

"El carnaval más típico de Belgica es el de Binche ciudad al sur del pais. Los “Guilles” son hombres disfrazados que desfilan por las calles se caracterizan porque arrojan naranjas a los espectadores del cortejo"



Binche existe que en Carnaval.


Las tiendas por donde pasaba el cortejo estaban adornaban especialmente para tan señalada ocasión; sus vitrinas hacían alarde orgullosas de viejas fotografías de antiguos carnavales ya míticos en la memoria histórica de la ciudad. La estampa más utilizada era una del rey Leopoldo II saludando al cortejo de “Guilles”.

El público que se tenía detrás de las barreras observaba curioso el desfile que avanzaba en procesión con una seriedad inapropiada para una fiesta tan pagana. Muchos espectadores se habían disfrazado, la mayoría imitando harapientamente a los afamados anfitriones. Natalia y Hugo iban a casarse el diecinueve de mayo y venían de Lille especialmente para ver el famoso Carnaval.

Natalia  se había dibujado en el tren un hada que levemente iba desapareciendo de sus mejillas, evaporándose con descaro como solía hacer aquella famosa “campanilla”. Hugo lucia un bigote de carboncillo que le daba un aire de un pirata desterrado sin piedad en esta Tierra valona ya olvidada . Todo se suponía lógico. Todo representaba el papel apropiado de aquella concreta circunstancia de la vida. Pero algo rompía aquella aparente normalidad. Desde hacía más de una hora, oculta en el gentío una mirada negra les observaba.

Los ojos de los “Guilles” se desorbitaban mientras la adrenalina irrumpía el ambiente. El publico frenético en avalancha se restregaba nervioso sobre ellos, que dislocados lanzaban violentamente naranjas a los espectadores cada vez más trastornados. Natalia se ahogaba en aquella estampida sudorosa que la apretaba corrompida. Hugo con un sentimiento de ineptitud intentaba protegerla, al mismo tiempo que observaba impotente como el bulto viviente la tragaba. En un instante que le resultó infinito vio la sombra de un espantapájaros alzarla y desaparecer velozmente como una mácula lunar sibilina por una callejuela surgida de manera misteriosa. Hugo  perplejo veía a Natalia alejarse en los brazos de aquella sombra y perderse para siempre en aquella perspectiva reducida. Pidió auxilio, desarmado, mientras el populacho lo arrojaba en rumbo opuesto y lo miraba divertido.

A la siete de la mañana en la Comisaria, Hugo esperaba todavía noticias de Natalia . El teléfono del Sargento Schmitt sonó tres veces. Habían encontrado una mujer destripada cruelmente en una calle angosta de la ciudad. El cuerpo yacía colocado detrás de una tinaja que de manera fecunda pero irónica florecía las primeras rosas rojas de una futura próxima primavera. Algunos periódicos ya sacaban la noticia con argumentos y comentarios de algunos habitantes que decían haber visto en el barrio la víspera del carnaval , la sombra fantasmal de un espantapájaros.



Cita: “Los carnavales son propicios para matar.” (Un asesino disfrazado)


viernes, 4 de marzo de 2016

Y yo… Y yo


Recorriendo aquel huerto

disfrazados de niños

y tu abrazo en mi nuca

y tu aliento en mi espalda

y tu "preciosa" ahogado

y tu ojos brillando


y noches de guerrillas

a matar pajaritos

que dormían en las ramas

con candiles y antorchas

con bromitas de amigos

y escondernos allí

en medio de las zarzas

y cavar viejos túneles

para buscar una cama

y decirte te quiero,

y te quiero, y te quiero.

y morir por tus besos

y tocarte tu pelo 

hasta enredarlos 

y después…

aquel coche que se iba de lejos

con aquel corazón que

dibujé en el maletero

y tus años en Salamanca

y los míos en el pueblo

y tus novias y mis novios

en los bares del centro

y nuestras miradas

que todo sobrevolaba.


y mi huida final

de todos los recuerdos

y la nostalgia que siempre  me quedó

por tu cuerpo.

Quise