domingo, 6 de marzo de 2016

A muchos árboles se les caen las hojas


“Tu vientre árido como el desierto posee vestigios de pétalos de orquídeas.”




No me dejes llorar. Amortaja mis lágrimas con tus puños. No quiero derramarme como polvo en el camino.




—¿Cuántos años llevamos juntos Arah?

—Ni sé mujer... años, no tiene importancia —se puso el sombrero y se sentó lejos del manzano.

—No te vayas tan lejos. Acércame la limonada. ¿Arah? ¿Me has sido infiel alguna vez?

—No.

—Sabes que te lo hubiese perdonado. ..Te lo hubiese perdonado todo.

—No tienes que perdonarme nada. Sólo te he amado a ti y te seguiré amando.

— ¿Arah?

—Dime amor.

— ¿Seguirán nuestros nombres escrito en aquel corazón que dibujamos en Verona, debajo de la casa de Romeo y Julieta?

—Ya lo comprobaremos. Hace tiempo que tengo ganas de viajar. Verona en abril debe de estar precioso. Seguro que te hará bien un cambio de aire. Le diré a Julia que reserve un viaje para los dos para el mes que viene.

—No creo que podré ir. No estaré recuperada.

— ¡Tonterías! Claro que estarás.

—La quimioterapia me ha envejecido mucho. ¿Recuerdas mi pelo? era la envidia de todas mis amigas. Y mi piel...

—Yo te sigo viendo como a una pimpolla.

—¿Pimpolla? ¿Qué es eso? nunca terminaré de aprender el español.

—Nout, tu español es el mejor...el que más me habla. ¿Una pimpolla? Debería prever más tus insistentes preguntas. Amor, me has pillado, no existe esa palabra en femenino. Me la he inventado. Pero un “pimpollo” es un brote tierno. Quise decir que sigues siendo la mujer más atractiva que he conocido.

—¿Arah? ¿De verdad que me quieres tanto?

—No, no tanto. Todavía me queda mucho más por quererte —recogió el bastón se acercó de nuevo al manzano y le tendió con manos temblorosas la limonada.




Quise