jueves, 15 de octubre de 2015

La camarera de Sapos



Tenía un vestido de princesa

precioso, os lo juro.

yo reía cada vez que la puntilla

se rompía con la zarza que envolvía

los muros de corazones siempre demasiado

cobardes.

Príncipes bailaban, o quizás bufones

(da igual finalmente)

bailaban de manera desproporcionada y hacían reverencia

a las damas que esperaban el amor, o no sé qué!

en todo caso tenían un aire ridículo.

Ella, servía sapos...

Estaba preciosa adornada por esos seres:

rugosos,

grises

afligidos

feos

¡Postulantes!


Sí , ella servía sapos! extraño trabajo...


Yo estaba sentada aquella noche

al lado de un pirata

que cantaba una canción nostálgica

con su voz ronca de haber tragado

tantos rocíos matinales,

pero no escuchaba sus palabras,

mis ojos y mis sentidos

iban obnubilados hacia Ella,

aquella princesa que corría

(ya con tantas ojeras)

que corría con su bandeja llena de sapos.

Fatalista